Sunday, June 20, 2010

Fútbol: resistirse es inútil

Al momento de escribir esto son las 11:00 AM hora local, faltan unos pocos minutos para el siguiente partido de fútbol - o soccer como lo suelen llamar los equivocados gringos en lugar de football -, y así ver jugar a mi equipo favorito para campeón: Brasil, aunque se moleste mi esposa. Pero lo curioso, y lo que me motiva a escribir este post, es que no siempre he sido fanático del deporte mas popular del orbe. Así es que no he visto todas las copas mundiales de fútbol que se han dado durante mis años de vida, y por ende no he podido comentarlos con mi papá, algo que ya no se puede corregir.

Intentando hacer memoria creo que la razón de mi falta de fanatismo fue mi pobre desempeño como pelotero en mi niñez. En mi defensa diré que no era precisamente esbelto en aquellos tiempos (ni ahora tampoco, ja!) y sufrir de asma no ayudaba mucho tampoco. El recuerdo mas vívido que tengo es jugar como defensa cuando tenia unos 8 años y recibir en el rostro un tremendo cañonazo dirigido al arco que defendía. No llore, pero mi rostro ardía como nunca lo he vuelto a experimentar. Después de ese día, y probablemente debido al hecho de ser uno de los últimos en ser escogido para alguno de los equipos cada vez que jugábamos en la escuela, es que desarrolle un absoluto desdén por este deporte.


Así pasaron el resto de años en la secundaria, llegue a la universidad y me encontré con la grata sorpresa de ver que no era el único que sentía desdén por este deporte. Como es natural me hice amigo de otros que pensaban como yo y por eso me perdí todos los mundiales desde España 82 hasta USA 94. Pero una vez inmerso en el mundo laboral limeño empece a comprender que algo faltaba para poder afianzar la amistad con nueva gente, quienes durante un mes cada cuatro años deja todo (o casi todo) de lado por ver a las mejores selecciones del mundo correr tras una pelota. Llego el mundial Francia 98 y la ilusión de viajar a verlo en compañía de mis viejos amigos empezó a avivar el fuego mundialista dormido en mi por casi 2 décadas. Aunque el viaje no se dio (por obvias razones económicas), fue ahí donde todo volvió a empezar.

Pero habría que esperar otros cuatro años para que estando ya lejos de la mama pacha ese fuego prendiera con fuerza con el Corea-Japón 2002. Viviendo en un hotel de apartamentos, con no mucho que hacer luego de las horas de trabajo, y siendo varios de nosotros en el mismo lugar no solo de Perú si no de otros países como Argentina, México y Brasil, el disfrutar de los partidos todos juntos fue una algarabía grupal que pocas veces se puede experimentar y es difícil de explicar. Es casi una experiencia religiosa, el fervor y la camaradería sobrepasan nuestras diferencias y fronteras geo-políticas, todos gritamos con cada gol y todos somos hermanos aunque sea por el mes que dura el campeonato mundial. Por eso hoy, el día del padre, lo que mas extraño es ver los partidos junto a mi papá, tal y como lo hicimos el pasado campeonato Alemania 2006, cuando lo mas importante cada día era regresar a casa a tiempo para verlo en su compañía compartiendo una cerveza bien fría y gritando gol.

Futbolísticamente.

2 comments:

  1. Recuerdo esos años como defensas en el equipo B del salón. No recuerdo el pelotazo del que hablas pero sí recuerdo que al menos no nos goleaban 11 a 0, como a nuestros viejos. Eran buenos días ¿no?

    Tampoco soy futbolero pero me anima el ver un buen partido de mundial. De repente si el destino me bota cerca de tu casa me dé una pasada por ahí para ver algun partidillo y tomar una chela.

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  2. Aloha Jatpe!
    Si pues, los tiempos del cole fueron buenos... aunque me divertí mas en los tiempos de universidad ;-)
    Avisa si estarás cerca para tomar una chela, si hay partido mejor, y si no entonces que sean dos chelas... jajaja!!!

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