Thursday, February 17, 2011

Entre Joyas y Sabores

La inspiración puede venir de cualquier parte, eso lo creo sin duda alguna. En este caso todo comienza con la foto que una amiga compartió en su cuenta de Facebook donde muestra su ultima adquisición: un hermoso reloj plateado con una secuencia de perlas como correa. No se si las perlas serán reales, pero el asunto es que el objeto en cuestión me parece mas una joya que un reloj. Es ciertamente lindo pero no sabe a nada. Y es esta segunda frase la que tomo prestada de Tomas Unger en su ultima crónica hepática titulada "Ostras", la cual redondea mis fuentes de inspiración de este post.

(Foto original de timeforbeads en Etsy)

No recuerdo haber tenido mayor inclinación por la joyas. Mi abuela materna me regalo un hermoso anillo de oro y plata cuando aun contaba mi edad con un solo dígito. Mi madre me compro varias cadenitas de plata para llevar al cuello que usaba con alegría unos días y luego terminaban almacenadas en una pintoresca cajita haciéndole compañía al anillo aquel de mi abuela y otros anillos, brazaletes de metal (si, alguna vez estuvieron de moda para los hombres), y hasta los aretes de presión que lleve puestos en mi inútil intento por parecer cool en mi adolescencia cuando en Lima casi ningún varón los llevaba. Las miradas y comentarios raros al respecto se los cuento otro día.

Y no es que no aprecie las joyas. Me parece un hermoso detalle. Nada mas glamoroso que ver una mujer saber llevarlas puestas y combinarlas con lo que viste. Los hombres creo que también podemos vernos mejor con una cadena de oro o plata en el cuello, un elegante reloj de pulsera, el anillo de matrimonio, e incluso alguna cadena en la muñeca y aretes si es ese tu gusto. Lo curioso aquí es que ese no es el gusto mio. A duras penas llevo el anillo de matrimonio para que mi esposa no reclame, y el reloj de pulsera que me regalo mi padrino por su practicidad irrefutable. Tampoco negare que algún día me gustaría comprar un reloj de pulsera Tag Heuer o un Rolex de titanio. Confieso también que aun me apena mucho recordar la perdida de dos relojes - uno era herencia de mi abuelo, el otro un regalo - en manos de los amigos de lo ajeno. Pero si he de elegir, prefiero gastar el dinero en comer un suculento banquete antes que comprar una joya.

(Foto original del blog Under Consideration)

Como decía mi abuela materna, que en paz descanse, "el día que te mueres, nada te llevas, solo lo vivido." Insolentemente agregare que no solo te llevas lo vivido, si no también lo comido. Y así como dicen que entre gustos y colores no han escrito los autores, yo proclamo que entre joyas y sabores si deben haber escrito los autores. Si no lo han hecho todavía, bueno pues, que este post sea el primero que clama preferencia por un buen plato de ostras por mas costosas que estas sean antes que por joyas aunque sean perlas, que me parecen lindas pero no saben a nada (Tomas Unger dixit).

Ostramente.

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